Evento & Render Por Jara Rocha

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Evento

¿Qué implicaciones tiene pensar en la interfaz como evento, en lugar de como lugar? Se entiende aquí «evento» en los términos de Nigel Thrift (Thrift, 2005). La interfaz, en este sentido, es entendida como un elemento contingente, circunstancial, que ofrece ciertas características, casi ambientales, en las que aparecen en funcionamiento los flujos experienciales de los actantes que lo habitan contingentemente, y ella se encarga de actualizarlos (procesarlos) —en un lapso más o menos prolongado de tiempo— y de convertirlos en performatividad. Evento en tanto que es más verbo que objeto. La característica eventual de la interfaz es especialmente importante a la hora de estudiarla en el contexto concreto de la cultura digital, dado que, ésta viene de raíz definida por lo relacional de sus actantes y lo corriente de sus procesos. El proceso es crucial para explicar esa relacionalidad, ese devenir conectivo de los actantes en el paisaje de la cibercultura. Un evento, por otro lado, es un conjunto de circunstancias materiales, semióticas y espacio-temporales que puede ser estudiado porque la interfaz ha hecho su trabajo: ha gestionado la conexión de los flujos, convirtiendo un flujo experiencial en una performatividad concreta, por muy efímera que esta sea, y/o por muy sutil que la gestión de aquella haya sido. Después de operar, de co-producir el evento, la interfaz habrá performado, y el flujo continuará, reflejado, refractado o difractado, mientras la interfaz ya trabaja en el siguiente evento. En ese devenir es donde puede atenderse a su política; nunca en quietud, nunca definitivamente nombrada.

Render

Se ha detectado que la característica central del dispositivo interfaz es el hecho de que gestiona —o facilita la gestión de— la performatividad de los actantes que en ella se dan encuentro: la gestión de la performatividad de los actantes es su agencia y lo que la define por tanto como un actante más, necesario para la relación que favorece, e implicado al tiempo en la misma. Así, la performatividad de la interfaz y sus características serán tan diversas como los ensamblajes de actantes y tipos de los mismos que en ella tengan lugar y/o sean dispuestos. Se entiende aquí que la performatividad es lo que actualiza el proceso experiencial: si la experiencia es un flujo semiótico-material incesante e inaprehensible, la performatividad es entonces la renderización eventual de dicho flujo experiencial y, por lo tanto, su prehensión, solo posible en y por lo que aquí se entiende como interfaz. Esa renderización se puede estudiar a partir de una serie de modos de gestión relacionales concretos y diferenciados. Tales podrían ser la monitorización del entorno inmediato, la mediación generativa de vínculos antes imposibles o insospechados, la mediación facilitadora de vínculos antes débiles y el archivo (este último caso es particular, pensamos con José Luis Brea, por tratarse de un tipo de gestión crucial en un momento/paradigma cultural anterior que todavía se arrastra en este desde el que se escribe).